Por qué (no) pagar a los buitres de París
Más intenta
el gobierno darle una cara épica al acuerdo concedido al Club de Países Buitre
de París, más se hunde en su propio
fango. Pensar que a los buitres se los
va a satisfacer, tirándoles apenas tres o cuatro veces lo que pedían, no es
desafiar la historia sino las leyes de la vida.
El resultado ya lo conocemos todas y todos: vendrán por más.
Escuchar al
Ministro de Economía reconocer con entusiasmo que eran deudas ilegítimas las que
había acordado pagar con creces – como en otros momentos reconociera la Sra.
Presidenta - es fundamento suficiente para
una denuncia de abuso de autoridad y malversación de fondos públicos, no
aplausos de la galería. Huelga decir que
ni uno, ni otra, han querido reconocer que además son deudas que han sido
condenadas por fraudulentas en sede judicial, o que tienen denuncias aún en
curso.
Es materia
para el análisis, escuchar al Ministro de Economía asegurar que no se concedía
todo lo que pedían los Buitres de París, y algo más, con el fin de poder
endeudarse nuevamente en los mercados internacionales de capitales y no
solamente pasándoles pagarés sin fondos al ANSES, al PAMI, al Banco Central y
otros, mientras el mismo día ratificaba la Sra. Presidenta lo contrario: que
sobre la base de pagar a París, pagar a Repsol, pagar los laudos del CIADI, se
prepara ahora para endeudarse (más) afuera, empezando con utilizar a YPF, la
otrora Yacimientos Petroleros Fiscales, para captar dólares como en los ¿mejores?
años de la dictadura.
Y cae ya en
la ridiculez, escuchar al Ministro de Economía exaltar el hecho de que,
acordando pagarles a los Buitres de París casi 4 veces lo que las propias
cifras del Ministerio de Economía acreditaban como deuda impaga, al momento de
entrar en moratoria, se lograba cerrar esta fase de la capitulación sin la
supervisión directa del FMI. Sobre todo
reconociendo que mientras resaltaba lo insólito del hecho, él mismo aguardaba
ansiosamente la aprobación del FMI de las nuevas estadísticas argentinas y con
la Ley Antiterrorista impuesta en el país por el FMI, a través de su
dependencia, el GAFI, se empieza a darle cada vez más duro a quienes resisten
el saqueo extractivista y los nuevos ajustes en curso – implementados ambos para
facilitar las divisas con qué seguir pagando a los buitres, de Nueva York, de
París, de adentro, de todos lados.
¿Estamos
bien pero vamos mal, diría ahora el innombrable, Carlos Saúl? Por cierto, en
medio de todo, escuchar a otro de los padres de la criatura, Domingo Cavallo,
explicarnos qué hace falta para retomar el rumbo perdido, también debe servir
para prendernos fuertes luces de alarma.
Y como si todo
esto fuera poco, llega el 12 de junio. El Día D. Mientras las grandes
transnacionales del consumismo capitalista intentan por todas las vías calentar
la fiebre mundialista, en vez de solidarizarnos con el pueblo brasileño que
desde las calles donde los ha empujado el gran negociado de la FIFA, maldireccionando
los recursos públicos para sostener las ganancias privadas y echando mano a las
tropas brasileñas, entrenadas a través de la ocupación de Haití, para intentar
controlar a un pueblo excluido de la fiesta en su propia casa, aquí nos tienen
mirando a la Corte Suprema de Justicia de EE.UU. para ver cómo nos salvamos de la
debacle. Es motivo de vergüenza que los legisladores de nuestro país plantean como
“causa nacional”, recorrer los pasillos de Washington, regalando camisetas de
la selección y prendiendo velas a tribunales ajenos, en vez de asumir sus
responsabilidades en casa.
París, Nueva
York, Madrid, Washington, Londres, Frankfurt – los buitres están en todas
partes; aquí también. Es obvio decir que
la salvación no va venir de afuera.
Este
gobierno, como los gobiernos anteriores, tiene en su mano la posibilidad de
trazar otro camino. Existen herramientas de lucha mucho más eficaces, si se
quiere, si su propósito no es asegurar que el pueblo argentino sea condenado a
ser “pagador serial” ad eternum. Para
empezar, en vez de seguir despilfarrando el patrimonio y el futuro del pueblo
argentino, buscando soluciones en Washington y París, podría poner la mira en
Bolivia, en la Cumbre a realizarse próximamente ahí de los países del G77 –
países del Sur que saben igual que la Argentina de las miserias que dispensan
el acatar el orden dominante – y buscar allí la unidad y la fuerza que sin duda
se necesitan para atacar a fondo.
¿Qué puede hacer Argentina y proponer al G77? En primer lugar, una Auditoría
integral de los reclamos de deuda que, contra todo derecho y racionalidad,
el gobierno sigue empeñado en “honrar”, aprovechando además las decisiones
judiciales existentes que afirman la fraudulencia y arbitrariedad de gran parte
de esos reclamos y las investigaciones judiciales aún en curso. Auditar para
dejar establecido que en realidad es el pueblo argentino, el único acreedor al
que se le debe honrar.
¿Qué más? Desconocer, y desmontar, el andamiaje
político-jurídico que sigue cediendo soberanía a los buitres, empezando con la primera “ley” de la dictadura, que con un solo articulito,
establecía inconstitucionalmente la posibilidad de ceder jurisdicción a los tribunales extranjeros. Y sobre esa
base, el conjunto de Tratados bilaterales llamados de “Protección a las
Inversiones”, firmados en los años ´90 y aún no denunciados, que impiden al
Estado ejercer su obligación principal: la de defender y proteger los derechos
humanos de la población en su integralidad. Desandar la incorporación del país
al CIADI, una dependencia del Banco Mundial que sólo sirve para encaminar
demandas del capital transnacional contra el país y su pueblo.
En visita
reciente a nuestro país, invitado por el gobierno, el Experto Independiente de NN.UU. sobre Deuda y Derechos Humanos Dr.
Cephas Lumina, reconocía los esfuerzos realizados para cumplir con los derechos
económicos, sociales y culturales del pueblo argentino, así como también las
grandes deudas aún pendientes en esa materia.
Entre sus recomendaciones, planteaba en primer lugar la realización de
una Auditoría del proceso de endeudamiento de la Argentina, a fin de determinar
justamente qué parte de ello debe ser considerado “odioso” y por ende, sin
motivo de pagar. En segundo lugar, y también como cuestión de prioridad,
revisar y adoptar legislación a nivel nacional que ponga fin a las concesiones
que se sigan ofreciendo a los buitres, sean éstos de París, de New York o de
donde sea. Sería un buen comienzo para efectivamente poner los derechos humanos por delante de una deuda que ni siquiera
debemos.
El Club de
Buitres de París se formó en el año 1956, agrupando a los países prestamistas
del centro capitalista e imperial, justamente para cobrarle a la Argentina una
deuda que el Presidente Perón se había negado pagar en las condiciones
exigidas. Qué lamentable que el actual gobierno – y el coro de adláteres que
incluso desde la proclamada “oposición” salen ahora a aplaudirlo –en vez de
profundizar ese digno camino, abriendo además nuevas posibilidades para todos
los pueblos y países hoy agrupados en el G77, ha escogido el camino de la
claudicación.
La historia
nos ha demostrado y nos señala que no va a traer nuevas inversiones para el
bienestar del pueblo argentino; todo el contrario. Falta entonces oír, con
mucha más fuerza, el grito sagrado de un pueblo luchando por romper las cadenas
de un sistema perverso de endeudamiento y dominación que solo garantiza que más
pagamos, más debemos y menos tenemos.
-Beverly
Keene, Diálogo 2000-JS Argentina
Buenos Aires, 11/6/14